Hace unos días
asistí a una reunión con empresarios que tenían sus naves y edificios en
polígonos industriales o parques empresariales. Expusieron una realidad que es
fácilmente apreciable, las áreas industriales, sobretodo las de una cierta
antigüedad, aunque haya excepciones, no tienen fama de ser espacios de calidad,
se perciben como en un segundo nivel
respecto de las áreas residenciales, a pesar de que quienes trabajan en estas
zonas pasan gran parte de su tiempo en ellas. En general, no se les da el tratamiento
adecuado y por ello tienen una mala conservación de la urbanización, una mala
imagen y no se están adaptando a las exigencias para la producción en el siglo
XXI.
No es que yo sea asiduo
de polígonos industriales, pero sí he estado en varios de ellos. Casi todos
presentaban los servicios urbanísticos construidos, es decir, contaban con
alumbrado público, red de alcantarillado -al menos estaban las trapas-,
encintado de aceras y acceso rodado por calles asfaltadas, con plazas de
aparcamiento que, sin contarlas, no daba la impresión que dieran lugar a
problemas de aparcamiento. Me imagino que tendrán abastecimiento de agua
corriente y energía eléctrica. Por lo tanto, estaríamos ante un suelo
urbanizado, incluso las parcelas tendrían la condición de solares edificables.
Estos polígonos
cuentan con los servicios urbanísticos básicos legalmente exigibles. Estos
servicios, con el uso y el paso del tiempo, se van deteriorando y, en muchos casos,
no existe una tarea de mantenimiento y reparación: bacheado del asfalto,
señales de tráfico caídas, zonas verdes cuyo ajardinamiento está abandonado,
etc. Lo cierto es que la imagen de la urbanización esplendorosa y reluciente
del día en que se cortó la cinta de su inauguración ha desaparecido en gran
medida.
Las inquietudes
de algunos empresarios van más allá de lo básico, la previsión de mínimos de la
legislación urbanística puede ser insuficiente para la forma en que se
desarrolla la actividad productiva en la actualidad. Por ejemplo, una cuestión
fundamental en este punto son las telecomunicaciones, está claro que hoy es
esencial para desarrollar cualquier actividad la telefonía fija o móvil y el
cableado necesario para la comunicación audiovisual, internet, etc. y, sin
embargo, no es este uno de los servicios que necesariamente, por ley, deban
tener los polígonos.
Algo menos
básico, pero también -entiendo- necesario para la actividad económica del siglo
XXI, son las instalaciones que permiten compatibilizar el trabajo con la
familia y el desarrollo de la persona. Así, la existencia de guarderías,
siempre que el tipo de actividades que se desarrollen en el polígono lo permita
sin afectar a la salud de los niños, gimnasios o zonas deportivas, parques y
espacios libres de calidad, servicio de transporte público y accesibilidad no
motorizada desde zonas residenciales, servicio de seguridad privada, edificios
para celebrar congresos, asambleas, reuniones o jornadas de formación, son
algunos equipamientos, públicos o privados, que mejorarían la calidad de
trabajo en el entorno.
Un tercer escalón
al que se referían estos empresarios con los que estuve reunido fue la
necesidad de dar una imagen apropiada. Las fachadas de los edificios, los
retranqueos de estos frente al vial con zonas ajardinadas privadas, el diseño
de los viales y de los parques públicos, no se trata de que cada nave o
edificio sean las torres de la Castellana de Madrid, la torre Agbar de
Barcelona o el edificio Aqua de Valencia, pero que los elementos de las
parcelas privadas como jardines, espacios libres o cerramientos de las naves y
edificios tengan una cierta estética y calidad. En definitiva, que sea
agradable transitar por un espacio que no por el hecho de dedicarse a actividades
productivas ha de ser un ataque a los sentidos.
Creo que estas
propuestas de mejora no solo repercutirían en el funcionamiento interno de las
empresas que están implantadas en estos polígonos, que contarían con unos
mejores servicios y prestaciones para el desarrollo de su actividad y con unas
mejores condiciones de trabajo para el personal de la empresa, lo que, según
los expertos, mejora los rendimientos económicos de las mismas, sino que sería
una imagen apropiada para clientes y empresas inversoras y colaboradoras. No es
lo mismo traer a un futuro cliente a un polígono con la calle parcheada y los
edificios sucios o degradados por falta de cuidado y malos materiales, que un
parque empresarial moderno con avenidas ajardinadas y edificios que, sin ser un
premio Pritzker, dan una imagen de eficiencia y modernidad al entorno.
Particularmente
estoy completamente de acuerdo en que se deberían adoptar medidas para
conseguir que esto fuera así. Responde al modelo de urbanismo que aparece en la
normativa urbanística, al menos, en la Comunidad Valenciana, urbanismo de
calidad (no solo residencial), cohesión social, mezcla de usos, y generación de
espacios de calidad que permitan la atracción e implantación de talento y
fomentar que este talento pueda interrelacionarse. Si queremos ser un
territorio que compita con otros en atracción de inversiones y de talento
debemos crear las infraestructuras adecuadas de todo tipo, las industriales
también, y entornos de calidad de vida y de trabajo, de modo que quien venga a
su desarrollar su negocio se quede frente a otras ofertas porque encuentra toda
la potencialidad para desarrollar su proyecto empresarial en las mejores condiciones de
vida.
La cuestión será
cómo hacerlo. Porque no todo el mundo puede compartir esta visión, ni todos los
empresarios estarían dispuestos a asumir los mayores costes que esto supondría.
Si solo lo hicieran los empresarios dispuestos a participar en este modelo, a
través de una fórmula de asociación voluntaria, serían únicamente estos quienes
pagarían los servicios y equipamientos adicionales que beneficiarían no sólo a
ellos sino también a aquellos que decidan no participar y no asumir los costes.
Hay quienes proponen una participación obligatoria y la creación de un ente
gestor del polígono o algo parecido. Es decir, un modelo que tuviera sus
analogías con una comunidad de propietarios regulada en la Ley de Propiedad
Horizontal, pero, evidentemente, con particularidades propias que lo harían
diferente. Por ejemplo, no se trataría de una urbanización privada, los viales
y demás servicios urbanísticos seguirían siendo públicos y el mantenimiento
correspondería a la Administración, sin perjuicio de que pudiera realizarse una
gestión indirecta de este mantenimiento por el ente gestor del polígono, serían
los servicios adicionales, los que tendrían naturaleza privada.
Entiendo que el
modelo propuesto precisa de una o varias modificaciones legislativas. Por una
parte debe decidirse si se incrementan los servicios urbanísticos mínimos del
suelo industrial para dotarlo de las infraestructuras de telecomunicaciones.
Además debe valorarse la privatización o fórmulas de colaboración público privada
para el mantenimiento de estos servicios e infraestructuras públicos. Por otra
parte, con el ordenamiento jurídico actual, pienso que no se puede obligar a un
propietario a participar de la gestión de unos servicios que no están exigidos
por la ley de forma obligatoria a través de una entidad privada. Por lo tanto,
solo a través de una nueva ley que regulara esta gestión podrían establecerse
las normas de acuerdo con las cuales se regiría este novedoso modelo. Ahora
bien, el legislador deberá tener cuidado para evitar que la implantación de
nuevos servicios e infraestructuras suponga tales costes que impida a
determinados empresarios instalarse en
un polígono o que los que ya están instalados tengan que cambiar de
ubicación.
Hay cosas que ya
se pueden hacer, sin cambiar la ley. Mantener adecuadamente obras de
urbanización en las condiciones adecuadas, establecer ordenanzas de edificación
en los polígonos que garanticen una mínima calidad del entorno, tener en cuenta
en la ordenación pormenorizada la funcionalidad de los parques públicos y las
zonas verdes, realizar un plan de movilidad sostenible y poner en marcha las
acciones que derivan del mismo, reservar espacios destinados a equipamientos
para la realización de actividades logísticas, de formación o de otro tipo por
las empresa implantadas, realizar la conservación de la urbanización mediante
gestión indirecta a través de entidades privadas del polígono o parque
empresarial. Sería un paso adelante que facilitaría la implantación de modelos
más ambiciosos.
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