El suelo urbanizado, según
dice la mayoría de los analistas, y yo creo que tienen razón, va a ser el
protagonista de los próximos años en el ámbito urbanístico. El urbanismo de
ensanche de la ciudad, la expansión urbana en el entorno de la misma mediante
la transformación de suelo rústico para usos residenciales de baja densidad,
polígonos tecnológicos en las fueras y enclaves urbanos aislados a lo largo del
territorio, parece que van a tener escasa importancia en el urbanismo
inmediato.
La razón de este cambio
obedece a la aplicación del principio de sostenibilidad en las políticas de
ordenación del territorio y de urbanismo. Motivos ambientales, sociales y
económicos están detrás de la reciente legislación urbanística y ambiental que
promueve los desarrollos urbanos hacia el interior en lugar de la expansión
urbanística hacia el exterior.
Los motivos más aparentes para
este cambio de perspectiva son los de carácter medio ambiental. La perspectiva
ambiental que fundamenta este cambio de modelo ha sido puesta de manifiesto en
diferentes documentos. La Ley 8/2007 del Suelo establece de forma clara que el
suelo que no está urbanizado puede tener unos valores significativos que lo
hagan merecedor de una protección, pero que aquel suelo rústico que adolece de
esta significación también tiene un valor en sí mismo y que esto hay que
tenerlo en cuenta a la hora de delimitar los ámbitos de expansión urbana,
ajustándolos a aquellos adecuados para satisfacer las necesidades económicas y
sociales de suelo y evitar la especulación. La limitación del sellado de suelo
por la transformación urbanística aparece también en una serie de documentos,
tanto europeos, nacionales o autonómicos que se aprueban e ya en el siglo XXI,
sirvan a título de ejemplo Agenda Territorial Europea 2020 (2011), Estrategia
temática para el medio ambienta urbano (2006), Estrategia española de
sostenibilidad urbana y local (2011), Estrategia Territorial de la Comunidad
Valenciana (2011), la Ley 5/2014, de 25 de julio, de la Generalitat Valenciana
de Ordneación del Territorio, Urbanismo y Paisaje. También desde un punto de
vista energético la ciudad densa presenta ventajas respecto de la ciudad
dispersa. El consumo más eficiente derivado de la disminución de la movilidad
motorizada, las instalaciones electricas públicas o la prestación de servicios
públicos incide directamente en la reducción de las emisiones y de la
contaminación atmosférica. El propio consumo de agua, por la tipología
edificatoria es más eficiente en las ciudades que en las urbanizaciones
expansivas.
Son varios los expertos en urbanismo a los que he oído
decir en diversos foros, alguno de ellos lo ha puesto por escrito, que ahora
son las políticas ambientales las que marcan las directrices del urbanismo. A
mi entender esta afirmación es un poco exagerada. Medio ambiente y urbanismo
son dos ámbitos que tienen zonas en común pero un contenido mucho más amplio
cada una de ellas que ese espacio de coincidencia. Sí comparto que en la parte
en que coinciden ambas el liderazgo ha pasado a lo largo de las dos últimas
décadas del urbanismo al medio ambiente. Sin embargo, todo lo que es la
planificación de la renovación, reforma y revitalización de las áreas
urbanizadas, de lo que se suele conocer como ciudad consolidada, debe tener una
ordenación fundamentalmente urbanística, quedando los aspectos ambientales, aun
siendo importantes, en un segundo plano. Los criterios de densificación de las
ciudades, los mecanismos para pasar de áreas de usos urbanísticos únicos o
excluyentes a diversidad de usos, la obtención de suelos públicos para mejorar
el transporte público, la implantación de las infraestructuras necesarias para
instalación de nuevas tecnologías, el realojamiento de habitantes en los
procesos de renovación , reforma o rehabilitación urbana, la sostenibilidad y
la viabilidad económica de las actuaciones urbanísticas y un largo etcétera son
cuestiones del ámbito primordialmente urbanístico, en el que los aspectos
medioambientales evidentemente han de ser tenidos en cuenta, pero sin ostentar
un papel protagonista.
Desde un punto de vista de
cohesión social, la ciudad compacta y densa es preferible a las urbanizaciones
diseminadas o de baja densidad. La generación de guetos por estratos sociales
en urbanizaciones cerradas donde resulta difícil la mezcla de población; la
falta de vitalidad de los elementos públicos de la ciudad, ante la falta de
comercios o el vacío de los parques públicos que resultan meros elementos decorativos;
la insostenibilidad de un transporte público de acceso universal; o la
dificultad de la ejecución de viviendas de protección pública o vivienda social
en estos ámbitos, son algunas de las razones que hacen más difícil el
desarrollo de políticas de cohesión
social adecuadas en un modelo de ciudad difuso. Justo el fenómeno contrario es
más fácil que se produzca en ciudades de mayor densidad, donde tipologías de
viviendas y usos se mezclan en las diversas zonas. Las calles, plazas, jardines
y demás espacios públicos son lugares de convivencia e intercambio no
discriminatorios. El transporte público facilita el traslado de cualquiera de
los residentes en la ciudad de forma sostenible y accesible, la gestión
urbanística y las tipologías de viviendas permiten el inserción de viviendas de
protección pública. En definitiva, es un ámbito más adecuado para el adecuado
desarrollo de las políticas de cohesión social.
Por último, y el que podría
parecer el enfoque que menor incidencia tiene en focalizar el crecimiento en la
denominada ciudad consolidada es el económico. Sin embargo, los últimos
estudios y las últimas tendencias que se están produciendo en países
especialmente anglosajones, señalan las bondades de la vuelta al centro de la
ciudad y la densificación de las áreas de expansión diseminada. Por una parte
las economías de escala y de aglomeración, las economías de localización
espacial y las economías de urbanización
son razones que motivan los mayores beneficios del desarrollo interior
de la ciudad frente a la expansión. Por otra parte la atracción del talento
para propiciar el desarrollo económico precisa de ámbitos en que estas personas
de talento tengan elevadas condiciones de vida -culturales, educativas, de ocio
y recreativas, de transporte, de telecomunicaciones y conexión con otras zonas
desarrolladas- y donde puedan compartir y relacionarse con personas de su misma
área de conocimiento o similares características e inquietudes. Circunstancias
todas ellas que son más fácilmente disponibles en las ciudades. Esto ha
motivado el crecimiento de las grandes ciudades como Nueva York, Shangai,
Londres, Vancouver, Barcelona y en un nivel menor Nantes, Leipzig o Bilbao.
No es de extrañar que coincida
con la opinión de muchos analistas en que el futuro del urbanismo está en lo
urbano, con fundadas razones de peso que constituyen los tres pilares básicos
de la sostenibilidad: la economía, la cohesión social y el medio ambiente.
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