La perspectiva de los economistas ha estado generalmente alejada de la
toma de decisiones en la ordenación del territorio y el urbanismo, al menos en
la Comunidad Valenciana. Son pocos los equipos redactores de instrumentos de
planeamiento territorial o urbanístico que incorporan un economista entre los
profesionales que lo componen. Tampoco la Administración prevé, en su relación
de puestos de trabajo, técnicos con formación en esta disciplina entre aquellos
cuya función es elaborar o evaluar los planes.
Tradicionalmente, en la década de los 70 y 80 del siglo XX la
participación de los economistas se ceñía al estudio económico financiero de
los planes. El objeto de estos estudios era analizar los costes de ejecución de
los instrumentos de planeamiento y la capacidad de financiación pública o
privada. La Ley Reguladora de la Actividad Urbanística y la Ley Urbanística
Valenciana suprimieron la necesidad de estudio de los planes, posponiendo el
análisis económico al Programa para cada actuación urbanística. Tras dos
décadas sin estudios financieros de los instrumentos de planeamiento, la Ley
del Suelo de 2007 y la Ley 8/2013 de Renovación y Regeneración Urbana y Rehabilitación
de Edificios recuperan este tipo de análisis a través de las figuras del
estudio de sostenibilidad económica y del estudio de viabilidad económica. La Ley
de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Paisaje de la Comunidad Valenciana ha
recogido estos documentos entre aquellos necesarios para la elaboración de
planes. Desde mi punto de vista la aportación de la perspectiva económica en el
ámbito de la planificación que deriva de estos documentos se centra en aspectos
concretos del sector inmobiliario (inversiones necesarias, beneficios y
capacidad de financiación para llevarlas a cabo) pero adolece de una valoración
de la incidencia de las previsiones de la ordenación propuesta y de las
inversiones en la actividad económica general, no se analizan las la adecuación
a las necesidades ni las consecuencias, favorables o desfavorables, sobre el
desarrollo de los sectores económicos de la localidad y su área de influencia.
Por ejemplo, si el urbanista decide cambiar la ubicación de un
polígono industrial del área urbana para desplazarlo a la periferia y
sustituirlo por una área residencial, con los informes referidos se analizará el coste para las
administraciones públicas del cambio que supondrá pasar de industrial a
residencial y la viabilidad económica del nuevo desarrollo residencial, pero no
se analiza cómo afecta este cambio a la actividad económica, a la atracción de
inversiones, a la demanda, al empleo, a la incidencia sobre otras actividades
existentes etc.. Tampoco se analiza si esta es la mejor de las opciones
posibles desde un punto de vista económico (en lugar de una zona residencial se
podría haber pensado en un terciario educacional, deportivo, o comercial). Lo
mismo ocurre si se decide un modelo de ciudad policéntrico o concéntrico, si
hablamos de ciudad compacta o difusa, las previsiones de infraestructuras y
dotaciones se valoran desde la perspectiva ambiental y territorial y desde el
punto de vista de la legislación
urbanística, pero no desde la perspectiva de su incidencia en la económica.
En mi opinión, en la actualidad y con carácter general, la parte
económica de los planes se limita a su incidencia en el sector inmobiliario, en
concreto en el producto de la urbanización y la edificación. El urbanismo tiene
por objeto crear suelo urbanizado para dar cabida a construcciones y
edificaciones. Este proceso parte de un suelo en situación rural o rústica
(agrícola, forestal, baldío), en el que se ejecutan las infraestructuras y
obras necesarias para implantar los servicios urbanísticos (suministro de
energía eléctrica y alumbrado público, abastecimiento de agua potable,
evacuación de aguas residuales y acceso y encintado de aceras) obteniendo de
esta forma los terrenos la condición de solar edificable. Lo mismo cabría decir
si, en lugar de un suelo no urbanizado, se tratara de un suelo urbanizado al
que se le da una nueva ordenación y hay que reformar y regenerar. Este proceso,
que responde a la función pública de urbanizar, en España se realiza a través
una fórmula “sui generis” de colaboración público privada. Los propietarios de
los terrenos afectados por este proceso de transformación urbanística ceden a la Administración los
terrenos necesarios para que las parcelas adquieran la condición de solar y
pagan los costes de urbanización. A cambio obtienen los terrenos, que no son
objeto de la cesión, ya urbanizados. La plusvalía que genera esta
transformación es tal que da para compensar la cesión de los terrenos a la
Administración, el pago de las obras de urbanización y la obtención de
atractivos beneficios.
Con este planteamiento la parte económica del planeamiento se centra
en la cantidad de suelo que los planes urbanísticos ordenan para ser objeto de
esta transformación, la administración obtiene infraestructuras, dotaciones,
equipamiento y un porcentaje de suelo sin coste alguno y los propietarios
obtienen solares y maximizan las plusvalías minorando los costes, es decir,
obtienen el mayor beneficio por la actividad urbanística.
Para que el sector inmobiliario pueda funcionar es necesario que
personas y empresas se implanten o quieran implantarse en un territorio. Los
residentes han de permanecer en la ciudad y desarrollar su trabajo en ella, o
foráneos deben sentirse atraídos para localizar sus empresas y su residencia
ella. Si no hay nuevos crecimientos el sector inmobiliario se paraliza. No hace
falta suministrar más solares o edificios.
Como dice Edward Glasser, “las ciudades no
salen de la decadencia a base de edificios. Esto será consecuencia del éxito y
no su causa”.
Los documentos que se están elaborando en la actualidad sobre el
futuro de las ciudades coinciden en que el 70% de la población mundial vivirá
en las ciudades antes del año 2050. En los países en desarrollo cada mes
acceden más de 5 millones de personas a las ciudades. Pero además se indica que
va a existir competencia entre las ciudades y que los habitantes se desplazarán
de unas a otras, por lo que el crecimiento de una ciudad no sólo dependerá del
crecimiento vegetativo y de la inmigración sino del decrecimiento de algunas
ciudades. “Cuando la construcción está paralizada en
una ciudad el crecimiento se producirá en otra” (Edward Glaser). Este
fenómeno ya se está produciendo, por ejemplo Detroit que fue un gran núcleo
insdustrial está perdiendo habitantes en favor de otras localidades. Hay
ciudades como Leipzig o Liverpool que ante la caída de la actividad industrial
manufacturera en Europa han tenido que reinventarse y ahora están empezando a
recuperar la población perdida a finales del siglo XX. La regresión de la
población y la desaparición de las empresas inciden directamente en el sector
inmobiliario.
Las ciudades si no crecen, si no hay inversión y actividad económica,
decrecen, tienen menos población al no haber trabajo, hay menos servicios
(hospitales, universidades, centros de salud, colegios, transporte, etc.) Esta cuestión es muy importante para el
futuro de las ciudades. Las urbes no son estáticas.
Son lugares paradójicos que viven de cambiar constantemente.
Hoy se están planteando ciertas tendencias que se están generando el
desarrollo de las ciudades del mundo hoy en día:
1. Atracción del Talento.
Las razones que llevan a una ciudad a triunfar tienen más
que ver con el capital humano que con cualquier otra consideración. Lo que de
verdad puede otorgar pujanza a una ciudad es atraer a la misma a ciudadanos
cualificados, sobre todo si están en contacto con la economía mundial.
2. La calidad de vida urbana como factor de
competitividad.
La calidad de vida se configura como otro factor de
competitividad en cuanto que capaz de atraer las ideas y el talento a la
ciudad. Algunas de las ciudades que más están desarrollando, atrayendo talento,
población y crecimiento se preocupan por mantener altos estándares de calidad
de vida tal es el caso de Vancouver,
Chicago y Singapur.
3. Vuelta al centro de la ciudad.
Las principales ciudades que están creciendo en el mundo en la
actualidad lo hacen desde el interior. Ha disminuido la continua expansión urbana
en la periferia de las áreas urbanas que caracterizaba la ordenación del
territorio de la segunda década del siglo XX. Las personas prefieren el
contacto con otras personas. Las personas con talento prefieren relacionarse
con otros profesionales para compartir sus experiencias. Los economistas
observan que propiciar que las personas estén en contacto en las ciudades
impulsa la creatividad y acelera el crecimiento económico. En la segunda década del siglo 21, el efecto ciudad está más marcado
que nunca. (The Guardian Cities 9/11/2014).
Estas tendencias, el análisis de la atracción de talento,
la generación de crecimiento económico y las repercusiones que en todo ello
tiene el modelo urbanístico y territorial de un municipio o región son un campo
de actividad para los profesionales de la economía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario